Uso y abuso de las pantallas

Este jueves asistí a un diálogo titulado: «El suicidio en menores» entre Francisco Villar, psicólogo (coordinador de la Unidad de  Conducta Suicida del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona) y Marta Montagut, periodista.  El hecho es que pensaba que se hablaría de cómo detectar este tipo de conductas en adolescentes, pero estuvo centrado en el abuso de las pantallas y las relacionaban con el aumento de conductas suicidas por parte de los jóvenes. 

En la charla se hablaron de muchas cosas, pero básicamente se centraron en las redes sociales y los móviles, y cómo la presión social a través de redes, el acceso a contenidos poco aptos y el ciberbullying mediante programas de mensajería, incidía directamente en la salud mental de nuestros jóvenes. Se proponía retrasar el uso de dispositivos móviles al menos hasta los 16 años mediante leyes políticas. Hasta aquí, puedo estar más o menos de acuerdo.

Al final de la charla se abrió el turno de preguntas y respuestas por parte del público, y cambiamos de tema: El uso de pantallas en la educación. Se convirtió un poco en una declaración de todos los males que tienen las pantallas en educación, dando algunos argumentos que creo que son falaces. Entre ellos que las pantallas provocan miopía, trastornos del sueño por usarse en la escuela, la concentración es más alta utilizando papel o que provocan adicción. Hector Ruíz  en este artículo refuta con base científica algunos de estos argumentos, está en catalán: https://equitatdigital.cat/malentesos-sobre-les-pantalles-que-enterboleixen-els-debats-educatius/

Foto de Annie Spratt (@anniespratt)

Después de reflexionar sobre el tema, mi conclusión tiene tres puntos: 

El primero es que no podemos mezclar el abuso de los dispositivos en medios poco controlados con el uso que se debería hacer en la escuela.

El segundo es que vivimos en un mundo digitalizado, y la escuela debe educar en estas tecnologías, enseñar cómo usarlas y a hacerlo de manera segura y responsable. Siempre en entornos controlados donde se puedan bloquear ciertos contenidos y controlar la actividad del alumno con el dispositivo. No se puede educar en tecnología sin usarla.

El tercero es que la tecnología puede aportar muchas ventajas al aprendizaje siempre y cuando se utilice correctamente. El foco debe ser lo pedagógico y no la tecnología en sí. Si se usa solo como soporte, al igual que un libro de texto, nos aporta bien poco, pero si se utiliza para realizar actividades diferentes nos puede aportar muchísimo. 

Entre otras ventajas, nos aportan herramientas multimedia como animaciones; simuladores o juegos que permiten experimentar y mejorar la comprensión; nos ofrece la posibilidad de poder ver al momento expertos sobre temas concretos; facilitan el trabajo cooperativo entre los alumnos; nos permiten atender mejor a la diversidad, personalizando el aprendizaje o utilizando herramientas de accesibilidad; nos ayudan a dar feedback a los alumnos de una manera más precisa y hacer un seguimiento de sus logros y dificultades. 

En definitiva, estoy convencido de que las ventajas superan con creces las desventajas, pero no el uso de la tecnología porque sí, sino con un sentido.

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